Todo lo que hagas en la vida será insignificante,
pero es muy importante que lo hagas porque nadie más lo hará.

Como cuando alguien entra en tu vida y una parte de ti dice:

no estas mínimamente preparado para esto;

pero la otra parte dice: hazla tuya para siempre.


El amor flota o te unde, te desconcierta o te soprende o el amor adolecente es tan prometedor tan esperanzador o tan ignorante..

Brindo por las noches antiguas y la música lejana

Por algo es mi amigo que la vida tiene vueltas si t pone de cabeza aprende a mirar al revés
Esperando el día, que me regale un instante, donde las cosas que siento, se vuelvan importantes. ♪♫

"La mayor cobardía de un hombre es despertar el amor en una mujer sin la intención de amarla" - Bob Marley -

lunes, 13 de junio de 2011

Somos dueños de nuestra mente


El miedo es una de las emociones más peligrosas que pueden llegar a sufrir las personas. Si sufrimos de miedo lo más recomendable es que busquemos ayuda psicológica para poder superarlo.

El miedo es una emoción heredada del reino animal. Es una emoción con la que todos nacemos, cuya función adaptativa es la de protegernos o proteger lo que amamos ante estímulos que percibimos como peligrosos, siendo en este sentido beneficioso tanto para la supervivencia del individuo como para la de la especie.

A medida que fuimos evolucionando, el miedo se transformó en una emoción compleja que guarda estrecha relación con la educación, los modelos, la cultura, etc., y que puede funcionar como obstáculo en el camino hacia nuestros objetivos.

Miedo, pero, ¿miedo a qué? Miedo a fracasar, a las pérdidas, a equivocarnos, a las alturas, a volar, a no ser queridos, a emprender algo nuevo, a obtener un resultado diferente al imaginado, a formar una pareja, al futuro, a la vida, al éxito, a la muerte, la lista podría ser interminable. Cada cual podrá escribir la propia, coloreándola y justificándola con su propio estilo con el peligro inherente de transformarnos en fugitivos de la vida.
Preguntémonos: ¿cuántas veces hemos sentido miedo y dejamos de hacer cosas que podían ser importantes o trascendentes? ¿Qué precio hemos pagado por ello? ¿Cómo nos sentimos al comprobar que nos quedamos parados en la inacción? Pero gracias a la naturaleza dual de la cosas, muy probablemente también recordemos otras situaciones, aquellas que enfrentamos a pesar de nuestros miedos. ¿Cómo nos sentimos frente a esas otras experiencias? ¿Qué experiencia nos dejaron? ¿Cuál fue el impacto que tuvieron en nuestro crecimiento y en nuestra transformación personal?

Sucede que a veces, sin darnos cuenta, nos convertimos en expertos creativos de visiones catastróficas. Muchas veces construimos escenarios peligrosos, donde el peligro no existe como tal, donde los peligros acechando sólo existen en nuestra imaginación, pero cobran vida con nuestras interpretaciones y así buscamos ampararnos o refugiarnos en nuestro territorio conocido, en nuestra zona de confort, perdiéndonos las posibilidades magníficas que podrían ocurrir al transitar más allá del miedo.

Si el miedo nos tomó de rehén y se apoderó de nosotros es porque previamente uno o varios pensamientos negativos se instalaron y dan vueltas una y otra vez por nuestro cerebro. La buena noticia es que somos dueños de nuestra mente y que entre todas las categorías de pensamiento podemos generar voluntariamente pensamientos funcionales que nos guíen hacia el movimiento y la acción.

Para no quedarnos inmovilizados y vivir la vida que merecemos vivir, la única alternativa válida es atravesar la puerta que nos permita salir a jugar el juego que deseemos jugar. Tomando conciencia del miedo, reconociéndolo, aceptándolo y abrazándolo como un portador de buenas noticias y observando las explicaciones que le estamos dando a esa emoción, podremos continuar con el paso siguiente: afrontar la realidad, canalizar ese miedo en acciones concretas que nos llevarán por el camino acertado, al lugar elegido, aún corriendo algunos riesgos.

El mejor desafío: atravesar los miedos para transformarlos en experiencias positivas de vida. En definitiva atrevernos a SER, así, con mayúsculas.

Recordemos que el miedo es una emoción saludable porque nos alerta de situaciones peligrosas. Lo importante es comenzar a reconocer si los miedos que sentimos son realmente justificados o son imaginarios. No dejemos que el miedo nos venza y empecemos a enfrentarlo para poder vivir la vida que merecemos.

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